Sentada
Sentada, espalda recta, silla de madera, piernas paralelas, ojos cerrados.
Lágrimas derramadas por ojos cerrados que no quieren ver lo que está pasando.
Ojos que se cierran para ver lo que no pasa, para esconder, para esconderse.
Me levanto y camino, mis ojos siguen cerrados por mas que estén abiertos.
No quiero saber que pasa, quiero resguardarme en mi mundo inexistente, en mi mundo interno.
Me acerco a una mesa, tomo un cigarrillo, no lo prendo, divago sobre la posibilidad de dejar de mantenerme despierta; sucumbir a un sueño eterno en que no deba saber mas de nada.
Un descanso de mi cerebro, de repente una lobotomía no suena tan mala idea. ¿Cómo entrenarme para no pensar?
Fuego. Mi mente se nubla, se prende fuego. Me hablan y no escucho. Ni siquiera escucho lo que siento, no quiero escuchar a nadie, me aturden los gritos del temor, es como una conciencia, como el corazón delator de POE. No me puedo concentrar mas que en la tristeza, en mis ojos cerrados que no quieren saber que es lo que me aqueja. En esa palabra inútil que mis oídos nunca van a escuchar, en esa voz que ya perdí porque no sé que mas decir. No puedo caminar, pero igual hago el intento. No puedo ni pensar. Siento, pero siento que el ahora es tan efímero que dura tan poco y ya está muerto. Un negro futuro. Camino, ahora sí puedo. Pero sigo sin ver, mis ojos siguen cerrados, pensando que ya he perdido todo lo que quiero. Todo lo material es tan nimio en este momento. A veces quiero ser un enano de circo y vagar por el mundo de manera imperceptible siendo gracioso para todos. Igual me las ingeniaría para encontrar un vacío en mi vida. Un vacío que intento llenar con los sinsentidos que digo día a día, para no pensar en el dolor que me genera toda la tristeza que no puedo exteriorizar. Me siento un maniquí. Sigo con los ojos cerrados caminando por el verde pasto, que no puedo ver, hormigas caminan por mis dedos pero no parece importarme, ese tipo de dolor es pasajero. Extiendo mis manos para sentir el viento. La temperatura baja y yo siento el agua como se escurre por mi cuerpo. Me acuesto y el frío me consume, la temperatura baja aún mas, pero no me genera dolor. No importa que es lo que pasa siento sereno mi pensamiento. La intranquilidad se ha ido con el cielo y gotea de mi cuerpo con las gotas de la lluvia. Un lavado espiritual. Una germinación natural, encontrarme con el viento en un mundo entorpecido por la vanidad, por la incomprensión y la banalidad. Un encuentro con el cielo. A veces me gustaría volar y escapar al lugar mas lejano en soledad y así no sentirme tan mal. En la vida no hay simplicidad, aunque no encuentro la complejidad. Solo choco con la soledad.
Mis lágrimas se mezclan con las gotas de la lluvia pero mis ojos se sienten resecos, esta tristeza y este dolor son parte de una residencia permanente en mi pensamiento.
Levantarme y buscar una solución es lo que quiero. Levantarme y ser feliz es lo que mas anhelo pero no logro entender que sin amor se puede vivir en paz. El amor y el romanticismo corre por mis venas. La lluvia culminará y yo seguiré así de mal. Mis estados de ánimo son una tempestad, un huracán que no deja de soplar, ¿no puedo dejar de ser extremista? Solo necesito calma y paz.
Los ojos se abren y solo ven pasar gente a la que nunca voy a hablarle y seguiré guardando la semilla de una tristeza que a veces siento nunca terminará.
Lágrimas derramadas por ojos cerrados que no quieren ver lo que está pasando.
Ojos que se cierran para ver lo que no pasa, para esconder, para esconderse.
Me levanto y camino, mis ojos siguen cerrados por mas que estén abiertos.
No quiero saber que pasa, quiero resguardarme en mi mundo inexistente, en mi mundo interno.
Me acerco a una mesa, tomo un cigarrillo, no lo prendo, divago sobre la posibilidad de dejar de mantenerme despierta; sucumbir a un sueño eterno en que no deba saber mas de nada.
Un descanso de mi cerebro, de repente una lobotomía no suena tan mala idea. ¿Cómo entrenarme para no pensar?
Fuego. Mi mente se nubla, se prende fuego. Me hablan y no escucho. Ni siquiera escucho lo que siento, no quiero escuchar a nadie, me aturden los gritos del temor, es como una conciencia, como el corazón delator de POE. No me puedo concentrar mas que en la tristeza, en mis ojos cerrados que no quieren saber que es lo que me aqueja. En esa palabra inútil que mis oídos nunca van a escuchar, en esa voz que ya perdí porque no sé que mas decir. No puedo caminar, pero igual hago el intento. No puedo ni pensar. Siento, pero siento que el ahora es tan efímero que dura tan poco y ya está muerto. Un negro futuro. Camino, ahora sí puedo. Pero sigo sin ver, mis ojos siguen cerrados, pensando que ya he perdido todo lo que quiero. Todo lo material es tan nimio en este momento. A veces quiero ser un enano de circo y vagar por el mundo de manera imperceptible siendo gracioso para todos. Igual me las ingeniaría para encontrar un vacío en mi vida. Un vacío que intento llenar con los sinsentidos que digo día a día, para no pensar en el dolor que me genera toda la tristeza que no puedo exteriorizar. Me siento un maniquí. Sigo con los ojos cerrados caminando por el verde pasto, que no puedo ver, hormigas caminan por mis dedos pero no parece importarme, ese tipo de dolor es pasajero. Extiendo mis manos para sentir el viento. La temperatura baja y yo siento el agua como se escurre por mi cuerpo. Me acuesto y el frío me consume, la temperatura baja aún mas, pero no me genera dolor. No importa que es lo que pasa siento sereno mi pensamiento. La intranquilidad se ha ido con el cielo y gotea de mi cuerpo con las gotas de la lluvia. Un lavado espiritual. Una germinación natural, encontrarme con el viento en un mundo entorpecido por la vanidad, por la incomprensión y la banalidad. Un encuentro con el cielo. A veces me gustaría volar y escapar al lugar mas lejano en soledad y así no sentirme tan mal. En la vida no hay simplicidad, aunque no encuentro la complejidad. Solo choco con la soledad.
Mis lágrimas se mezclan con las gotas de la lluvia pero mis ojos se sienten resecos, esta tristeza y este dolor son parte de una residencia permanente en mi pensamiento.
Levantarme y buscar una solución es lo que quiero. Levantarme y ser feliz es lo que mas anhelo pero no logro entender que sin amor se puede vivir en paz. El amor y el romanticismo corre por mis venas. La lluvia culminará y yo seguiré así de mal. Mis estados de ánimo son una tempestad, un huracán que no deja de soplar, ¿no puedo dejar de ser extremista? Solo necesito calma y paz.
Los ojos se abren y solo ven pasar gente a la que nunca voy a hablarle y seguiré guardando la semilla de una tristeza que a veces siento nunca terminará.
1 Comments:
Buenas tardes
Antes que nada el saludo, para predisponer al lector y fomentar las buenas formas.
No creo estar escribiendo un comentario, mas bien serán una serie de pensamientos que surjan de mí a lo largo del camino.
Coincido en el sentimiento, de alguna manera cerrar los ojos es imponer una barrera con la realidad y concentrarse en lo que realmente importa. Lo que pasa puertas adentro en la mente de cada uno.
Es tal vez similar a lo que hace la gente cuando va por la calle sumergida en su mp3 o radio, se saca del contexto de lo que la rodea y encuentra su paz de esa manera.
La reflexión que me llevo, la idea intencional o no que me impacta, es que hay que pensar menos. Se nos impone que el mundo tiene sentido, que hay que ser feliz, trabajar, estudiar, formar una familia. Como quieras llamarlo...
Pero la verdad es que nuestra única compañía es uno mismo y uno debería hacer todo lo posible por llevarse bien con esa persona. Uno.
Como siempre, fue un gusto tomarme unos minutos para leer y otros tantos para pensar y escribir estas palabras.
Saludos
Gustavo
By Anónimo, at 3:23 p. m.
Publicar un comentario
<< Home